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Poéticas
del poema
Luna
Nueva, No. 39, Octubre
2013. Páginas 32 a 37.
La poesía asume hoy, en nuestra era
industrial,
una condición subterránea,
que en su replegamiento encarna la eseticie
que toma el lugar
de la creencia abandonada de Dios
como redención de la vida
EUGENIO MONTEJO
Esta observación de Montejo nos
pone en el camino de algo que no
se da como evidente: la
relación sustantiva entre poesía y religión en
el mundo moderno. Este relevo
de la poesía, este tomar el lugar de la
creencia apunta a su base
religiosa, a su carácter extrañamente religioso.
En la nota prologal de Alfabeto
del mundo, edición de 1988, del cual
fue tomado este epígrafe,
América Ferrari se pregunta, por cierto, si esta
creencia de la que habla
Montejo estará del todo abandonada en la obra
del mismo.
Más nítido sobre esta relación
resulta Hugo Friedrich cuando señala
que la anormalidad ( 1 ) que
registra como rasgo central de la poesía mo-
derna tiene un sustrato último
religioso. Así, al ocuparse del cristianismo
que algunos quieren ver en
Baudelaire señala en Estructuras de la lírica
moderna:
Claro que [ ... ] no puede ni
imaginarse sin una herencia cristiana;
pero lo que queda es un
cristianismo en ruinas [ ... ]. La poesía pos-
terior -con excepción de la de
Rimbaud- pierde la noción del
origen de su anormalidad en la
podredumbre de un cristianismo
decadente. Pero la anormalidad
queda. Y ni siquiera los poetas
cristianamente más rigurosos
quieren o pueden resistirse a ella; tal
es el caso de T.S. Eliot.
Se trata, por supuesto, de una
religiosidad sui generis, anómala, tensa,
marcada por la cicatriz de la
conciencia o la sospecha de su imposibilidad.
El destechamiento, la orfandad,
la ausencia de un centro ante el agujero
negro del sinsentido que se
abre con el desplome del orbe cristiano ven-
dría a ser la raíz de esta
poesía. Esa orfandad radical es lo que perfila,
espléndidamente, Ferrari en su
Gato metafísico:
El
gato que se sienta
habitualmente
sobre
las piernas
de
una persona
si
le cortan las piernas
a
la persona
de
raíz
¿sentirá
el gato
que
le han cortado esa persona de raíz?
¿sentirá
la persona
que
le han cortado su gato
de
raíz?
¿
y quedará todo cortado
para
siempre
y
sin raíz?
¿
y quedará ya solo un dolor en el aire
y
tronchada
una
raíz?
Extraordinaria imagen de
aquello que subyace a la compleja espiri-
tualidad moderna y
contemporánea y actual. Uno puede imaginar esa
raíz desposeída de árbol
alguno, en deriva, signo vacío, flecha malvada
que indica la Nada.
Bataille nos trae más pistas
sobre el asunto, cuando a propósito de sus
reflexiones sobre la poesía de
Blake en La literatura y el mal, dibuja el
complejo estatuto de la poesía
moderna. Señala Bataille, que la poesía
no autónoma, en función ancilar
del mito, la magia o la religión, va
asociada a la plenitud de la
capacidad mitopoiética del hombre, esto es
su capacidad para imaginar o
inventar universos totalizantes, dadores
de sentido. El sentido, eso que
parece ser necesidad medular del animal
humano. En igual medida, la
poesía autónoma va asociada a la crisis o
pérdida de esta capacidad
mitopoiética. En este orden de ideas, la poesía
moderna (constitutivamente
autónoma), es así, dicho de modo general,
esencialmente, impotencia
mitopoiética, y por ello deseo espectral de
religación; religión en la
medida en que es solo deseo imposible (al
menos, conflictivo) de
religión. De este modo la poesía moderna viene
a ser ese nuevo y oscilante
lugar "mistérico" construido sobre las ruinas
del impresionante edificio de
la salvación que levantara el cristianismo y
cuyas coordenadas son la
disonancia (Friedrich), la incertidumbre (Paul De
Man), el enigmatismo (Adorno).
El lugar donde siempre está ocurriendo
o, donde habiendo ocurrido,
siempre está hablando el Dios ausente, el
Dios muerto, y donde estará
habitando una siempre incumplida, aplazada,
(o ¿"definitivamente
tachada"?), promesa salvífera. Potencia mitopoética
diferenciarían de este modo
la poesía no moderna de la
poesía moderna.
Sería justo entonces lla-
mar, en rigor, Poesía a la
palabra en la que se man-
tiene, en todo su espesor,
la potencia mitopiética, y,
-.por defecto (en el sentido
estricto del término) reser-
var el nombre de Poema, a
aquella palabra que ha sido
eviscerada de su potencia
mitopiética; es decir aquella
palabra de la cual se ha reti-
rado la virtud plenificadora
y en la cual ha quedado
solo su fantasmalidad. No
aquel "artefacto" en
que se .
singulariza, concretiza, o
toma cuerpo la Poesía, sino
aquello, precisamente, de lo
que se ha retirado la Poesía,
quedando, sin embargo habitado
por su espectro. Poema es, pues, lo que
resta de la Poesía en un mundo
sin religación, desmitificado, despoiesi-
zado ... hablo de Poema como si
de otro género se tratara, más cercano al
universo moderno
"caído" de la novela, en su polifonía, heterogeneidad
o apertura genérica. Es bajo
esta luz como hablo de poética(s) del Poema.
Proceloso fue el camino de la
modernidad literaria en Colombia hasta
arribar al universo de las
poéticas del poema, ya se sabe. El pánico vital
y literario de los dos Caros,
Luis María Mora, Antonio Gómez Restrepo o
Rafael Maya ante el
advenimiento de la "catástrofe" de la modernidad al
romper lo irrompible: el divino
lazo entre Verdad y Belleza, al expulsar
a Dios de la república de los
poetas, lo ilustra con suficiencia el crítico
y poeta David Jiménez en su
Poesía y canon. Silva y Luis Carlos López
son las piedras angulares de
este proceso. Hay, desde luego, otras piedras
angulares, triangulares o paralelepípedos,
como se prefiera; pero acaso
donde se realiza en toda su
potencia esta poética de la impotencia es en
Álvaro Mutis, ya en la mitad
del siglo xx.
Estas poéticas del poema, en su
diversidad de rumbos y matices, son
las que encontramos
desplegándose en nombres como Jaime Jaramillo
Escobar, Giovanni Quessep, Juan
Manuel Roca, José Manuel Arango,
Harold Alvarado Tenorio, Darío
Jaramillo, Raúl Gómez Iattin, Piedad
Bonnett, Horacio Benavides,
Fernando Herrera, Carlos Vásquez T., Jorge
Cadavid, Miguel Ángel López
(Vito Apushana), Efraim Medina Reyes,
Lucía Estrada o Felipe García
Quintero ... Diversos son los trazados del
poema. Arriesgaré algunos
bocetos de estos posibles rostros:
1.- Vivencia problemática, agónica
de la ausencia de Trascendencia.
2.- Como manifestación de la crisis
de Trascendencia en el orbe
occidental, asomo a formas de
espiritualidades orientalistas, eso-
terismos o universos de
sentidos étnicos excluidos del horizonte
cultural por el eurocentrismo.
3.- Asunción desencantada o irónica de la ausencia de Trascendencia.
Esta asunción in extremis puede
adoptar la forma de rebeldía ante
los modos icónicos o
emblemáticos de la sociedad, y la adhesión
a formas de vida marginales o
contraculturales. Muchas veces se
está ante un inmanentismo de la
derrota que más que una revuelta
contra Dios, escenifica una
especie de revuelta contra el hombre.
4.- Asunción de un inmanentismo no
problemático, en cierto modo en
plenitud. Una poética de la
cotidianidad, de las pequeñas cosas y
goces, atravesada o no por
ventanas o relámpagos de una nostalgia
imprecisa.
En realidad, lo más frecuente
es la simultaneidad contradictoria de
algunos de estos modos en un
mismo autor en un momento dado, o a lo
largo de su trayecto creativo;
aunque hubiera uno dominante.
Algunas resonancias o trazas de
lo anotado -o entramado de entrecru-
zamientos- se podrán observar
en esta primera parte de una muestra de
jóvenes poetas del Caribe
colombiano ( 2 ) a la que Luna Nueva ha abierto
sus páginas, con una selección
de textos bien ya publicados o inéditos;
esto último dicho sin perder de
vista que la "poesía" en nuestra época,
publicada o no, siempre permanece inédita. Nacidos casi todos en la
década del setenta,
constituyen, sin duda, un registro significativo en la
configuración de un mapa de las
nuevas sensibilidades "poemáticas" en
nuestro país.
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* Poeta, ensayista y dd'cente de la Facultad de
Humanidades de la Universidad de Cartagena.
Está terminando su trabajo
doctoral en Ciencias Religiosas en la Universidad Complutense
( 1 ) Desde luego el sentido de
anormalidad en Friedrich no es una noción valorativa, como él bien
lo aclara. El término quiere
describir el fenómeno de la poesía moderna en que esta rehúsa .
al lector la posibilidad de ser
comprendida con facilidad, rompiendo con las expectativas
comunicativas convencionales
que le son familiares y originando una tensión disonante
comunicativa, en la medida en
que el texto poemático aspira a ser un ente auto suficiente.
Se abre así una brecha con el
lector. La «anormalidad» a que punta Friedrich, queda clara
apelando a otro Eugenio,
MontaJe: «Si el problema de la poesía consistiera en hacerse
comprender, nadie escribiría
versos».
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( 2 ) Nombres y listado de los incluídos, en
( 2 ) Nombres y listado de los incluídos, en
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